viernes, 25 de octubre de 2013

¡Muy buenamoza está hoy la paccha!

Mario Florián nació en el caserio de Nanshá en la provincia de Contumazá. Fue profesor y poeta. Dejamos aquí algunos poemas suyos, de su vastísima obra poética. Según José María Arguedas, "es el mejor representante de la poesía llamada indigenista. Casi el único poeta que ha realizado la especie de milagro de crear poesía en la que se siente el tono de la canción popular india, sin que se advierta el amaneramiento, la espectacularidad, el sentido demasiado geográfico, que han aniquilado este tipo de poesía en el Perú".

BALADA CAMPESTRE

Muy buenamoza está hoy la paccha
escarmeñando su albo cantar.
Pero Meshita con su batea
- ¡tristeza! - no hay.

Muy palangana está hoy la paccha
con su alamito matrimonial.
Pero Meshita lavando trigo
- ¡tristeza! - no hay.

Muy bien peinada está hoy la paccha,
y sus dos shimbas al cielo da.
Pero Meshita oliendo a albahaca
- ¡tristeza! - no hay.

Muy divertida está hoy la paccha
oyendo sapos decir: ¡cuác, cuác!
Pero Meshita gustando trigo
- ¡tristeza! - no hay.

Muy reilona está hoy la pacca
frente al silencio de su juncal.
Pero Meshita, batea al hombro,
- ¡tristeza! - no hay.

(De poemario "Noval, poema panteísta", 1943)

(Hacer click en más información para ver más poemas)


jueves, 24 de octubre de 2013

Demetrio Quiroz Malca, una autobiografía.

Nací en San Miguel de Pallaques (Cajamarca) en 1924, ciudad querida que abandoné, nostálgico pero esperanzado, luego de cursar los estudios primarios imprescindibles para afrontar con humilde y decoro la vida. Mi propósito era descubrir nuevos horizontes y forjar mi destino. Y fue Lima el punto de partida de este mi afán. Y si de esa ya lejana fecha, a la actual (1990), no vencí como plenamente lo anhelé, tampoco creo que perdí; pues, para mi orgullo y felicidad, devine en poeta y profesor, en profesor y poeta, esencialmente. De suerte que en el ejercicio de estas singularidades, me di al estudio y al trabajo, también a la realidad y al sueño. Sobre todo, al conocimiento de mi humana raíz, nativa y universal, vale decir, a la cabal comprensión del hombre y del mundo. No me preció de haber alcanzado todo lo que soñé; empero, y vale el deslinde, como poeta obtuve algunos merecimientos que me honran: el Primer Premio de Poesía en el Concurso promovido por la Facultad de Letras de la UNMSM (1946); el Premio Nacional de Poesía “José Santos Chocano” (1955); también se me otorgó la Medalla Cívica de la Ciudad de Lima (1986); se me declaró “Hijo Ilustre” por la Municipalidad Provincial de Cajamarca, designación que fue acompañada por Medalla y Diploma de Honor (1989); se me designó Miembro de Honor de la Casa Nacional del Poeta, en atención a “su terca, callada incendiada obra poética que, como río ampuloso y sin estruendo, ha ido construyendo su excelente labor poética…” (enero de 1990). Como profesor (soy Doctor Académico en Literatura) he compartido los venturosos y juveniles años de miles y miles de alumnos, a quienes asistí a lo largo de 35 años de servicio de la educación peruana, en el “Toribio Casanova” (Cutervo), en el “Hipólito Unanue” (Lima), en el “Santo Tomás de Aquino” (Lima), en el “Felipe Santiago Salaverry” (La Victoria), en la UNE “Enrique Guzmán y Valle (La Cantuta-Chosica). Igualmente y ya como Inspector General de Educación Rural y Promoción Comunitaria (Canas y Canchis) de Cusco (1967-68), trabajé para el Desarrollo de la Comunidad.

En resumidas cuentas, como poeta, he hurgado en la realidad y el sueño, en lo misterioso y fascinante, específicamente en el hombre y en el mundo. Como profesor, he compartido feliz –y comparto a través del recuerdo, hoy- la bulliciosa alegría de una juventud ansiosa de identificación y excélsior en el salón de clase que, para mí, es asimismo, otra forma de conquistar la vida.

(Firma) Demetrio Quiroz Malca.

Obras publicadas del autor:

1. Mármoles y vuelos. (1947).
2. Tierra partida. (1948).
3. Poesía. Antología publicada por la Dirección Artística y Extensión Cultural del Ministerio de Educación Pública, en la que figuran Agonía del amor y Estatuas del mar. (1951).
4. Poesía. Antología editada por la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación Pública, en la que figuran Mármoles y vuelos, Jardín de invierno y la Voz elemental. (1956).
5. Hacia la ternura. (1957).
6. Poemas del ángel. (1962).
7. Judas. (1965).
8. Parábolas. Publicada por la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle”. (1969).
9. Oh ternura. Editada por la Universidad Nacional de Educación “Enrique Guzmán y Valle” – La Cantuta – Chosica.. (1971).
10. Del mundo en que vivimos. Auspiciada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología – CONCYTEC. (1990).


(Transcrito y publicado por Víctor Hugo Alvítez Moncada en el siguiente blog: http://sanmiguelcajamarca.blogspot.com/2010/04/poeta-sanmiguelino-demetrio-quiroz_18.html)

sábado, 19 de octubre de 2013

"Llora Corazón" en la voz de Yma Sumac, una exótica cajamarquina.

"Llora Corazón", es un vals que proviene de un antiguo yaraví cajamarquino, popularizado en Perú por Carmencita Lara. La canción original fue compuesta por Luis Gálvez y Carlos Casanova. En el año 1925, llega a Buenos Aires un grupo folklórico de Cuzco, que fue escuchado por Carlos Gardel y quien, más tarde, convertiría en vals. En este vídeo, la canción es interpretada por la bella y exótica dama cajamarquina YMA SUMAC, nacida en el distrito de Ichocán, en la provincia de San Marcos. (http://www.buenosairesantiguo.com.ar/carlosgardel17.html)

viernes, 18 de octubre de 2013

"Los Lagos", un poema en prosa de Mariano Iberico.

Mariano Iberico es un filósofo cajamarquino. Nació en 1892. Migró a Lima a los 16 años para seguir estudios en Letras, Filosofía y Jurisprudencia en la Universidad de San Marcos. Su vida, la dedicó a la investigación filosófica y a la vida de magistrado. Este poema, "Los Lagos", está incluido en su único libro de prosa poética, "Notas sobre el paisaje de la sierra" (que abajo citamos con exactitud).


"Los Lagos"

Vista de lejos, en una mañana sin viento, la superficie de la laguna semeja una lámina de acero. Tiene su brillo cortante y frío. Y hay, en la aparente inmovilidad del agua, en su quietud horizontal y silente, algo de amenazante y un no sé qué de maléfico y tétrico.

Hacia la extremidad más distante, la laguna se hunde, como un puñal, entre las rocas, muerde la carne viva de la piedra. Por ese lado el agua, al reflejar la coloración oscura de los cerros, adquiere una sombría profundidad, y algo como un abismo líquido parece abrirse por debajo del cristal invisible. Más cerca la líquida superficie se amplía y resplandece con un metálico resplandor estático. Las aguas devuelven los perfiles de los cerros próximos y difuminan levemente el contorno de los cerros lejanos. En cambio, el azul de las montañas remotas se acentúa y finge, sobre la piel del lago, una nueva y más inasequible lejanía.

No es exacto decir que las aguas copian el paisaje circundante. No lo copian, lo transfiguran al reflejarlo. Y la transfiguración consiste en que, por una parte, le confieren una temblorosa y flotante idealidad y, por otra, lo hunden en su misterio submarino. Por eso es, sin duda, tan difícil describir la impresión que una sombra, una nube, un árbol, producen al reflejarse en las aguas de un lago, porque a la vez que flotan inconsistentes y se curvan según las ondulaciones que el viento imprime a la superficie de las aguas, penetran a lo hondo e irradian desde allí su mágica y oscura influencia.

Y yo pienso que quizá este doble efecto: por una parte, el reflejo flotante y plano, por otra, la proyección en profundidad, es la causa del sentimiento extraño que se despierta ante las imágenes que tiemblan en el agua. Esas imágenes ocupan un espacio irreal, y en él aprisionan la mirada que las contempla y sigue.
Descendemos a la ribera donde emergen los juncos como ejércitos de innumerables lanceros. Las aguas ligeramente convulsas quiebran en cada leve palpitación, un rayo de luz. Es un inagotable brillo de diminutos soles, un derroche de blancas lucecillas sobre la tranquila planicie del lago.

Cuando al regresar volvemos la mirada, reaparece el aspecto metálico del paisaje. Los perfiles recortados de los cerros, sus oxidaciones color de amatista y, dominando desde su profundidad el espectáculo, la vasta lámina acerada del lago.  Y entonces, sin saber por qué, sentimos que toda esta fría inmovilidad es también una vida. La vida fuerte, dura, inmensamente desdeñosa de la piedra. Vida cuyo secreto, acaso, la laguna lo conoce y lo calla.

(Foto: Mariano Iberico en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos). 

Poema tomado del libro:

Iberico, Mariano. Notas sobre el paisaje de la sierra. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1937, pág.  56.

Pedro Cieza de León y las "caxamarquinas".


Según el relato del cronista Pedro Cieza de León, que llegó al Perú en 1548 y recorrió todo el país, al llegar a Cajamarca notó que, las caxamarquinas, eran hermosas, refiriéndose a las "indígenas del lugar" (además de la gran técnica para la tapicería, hechos "como en Flandes", que desarrollaremos en otro post). Aquí dejo el testimonio que, lo encuentran, en su escrito "La Crónica del Perú" (escrito entre 1548 y 1550):

 (...) De estas cosas y otras alaban mucho a estos indios de Caxamarca los españoles que en ellos han estado muchos días. Y son de grande ingenio para sacar acequias y para hacer casas, y cultivar tierras y criar ganados, y labrar plata y oro muy primamente. Y hacen por sus manos tan buena tapicería como en Flandes, de la lana de sus ganados, y tan de ver, que parece la trama de ella toda seda, siendo tan solamente lana. Las mujeres son amorosas y algunas hermosas (...)

Cieza de León, Pedro. La Crónica del Perú. Lima: Peisa. 1973. Págs. 191-192.

Nota: el libro completo lo encuentran en PDF en el siguiente Link: http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID=103&begin_at=176&tt_products=311

"Necesidad de una educación idealista", un artículo de "El Nuevo Absoluto" de Mariano Iberico Rodríguez.

"Necesidad de una educación idealista", este artículo apareció publicado en 1920 en la revista "El Mercurio Peruano" que, el católico Víctor Andrés Belaúnde, dirigía. Iberico escribía frecuentemente allí. En el año 1925 el director sale exiliado del país y dejó, a Iberico y otros intelectuales, la dirección de ésta, pero, al poco tiempo, al notar Belaúnde, desde el exilió, que la revista publicaba textos con preocupaciones sociales o empezaba a tener un "matiz de izquierda", decidió retirarlos de la dirección. Ese mismo año José Carlos Mariátegui invita a Iberico a publicar su libro "El Nuevo Absoluto" en su editorial "Amauta", lo hace, y en este libro aparece publicado nuevamente este artículo. Ambos, José Carlos y Mariano, tenían una amistad y un lazo intelectual muy sólido, al punto de decir Sobrevilla que fue, el autor de los Siete Ensayos, quien lo acercó a las preocupaciones sociales de la época y, del mismo modo, fue Iberico quien lo acercó a Bergson.

(Para ver el artículo completo, hacer click en "más información).

Un cajamarquino en "El Sexto" de José María Arguedas.

Paisanos, aquí publico un breve fragmento de la obra literaria "El Sexto" de José María Arguedas, en que describe su peripecia dentro de la cárcel (y entre "escila y caribdis" o el comunismo y el aprismo) después de haber protestado contra Camarotta y de haber sido reprendido por el general Óscar Benavides, entre 1937 y 1938, de aquí sale la inspiración para la novela. No quiero hablar de la trama ni del contexto (y muchos de ustedes ya la habrán leído), por eso dejo aquí el pasaje en que menciona o, describe, al panadero de la prisión, un "oriundo cajamarquino", apodado "El Ángel del Sexto":

"Preparábamos el desayuno en la celda de Torralba. Había un turno para hacerlo. Pero a todos auxiliaba el dueño de la celda.

El “Ángel del Sexto” traía el desayuno “oficial” al tercer piso. Un ayudante cargaba el balde del café y el “Ángel” el saco del pan. El “café” era una agua negra que olía a sillao chino, y casi nadie lo recibía. El pan en cambio era sabroso y grande; el saco del “Ángel” trascendía a horno serrano. Yo me acostaba por las noches con la ilusión de ese pan del Sexto que me recordaba el dulcísimo ambiente de los hornos poblanos, cuyo olor a pan caliente llega a varias cuadras de distancia.

Le Llamábamos “El Ángel del Sexto” al muchacho del pan porque dentro del saco traía a los presos cartas y regalos de los parientes, de las enamoradas o de los amigos, y los periódicos. Por un acuerdo solemne que nadie quebrantó, el “Ángel” no fue aprovechado para llevar o traer mensajes políticos.

Era un hombre joven, alto, pálido e ingenuo, oriundo de Cajamarca. Compraba también para los presos algunos materiales indispensables de trabajo, poco a poco: alambre, clavos, cola, especialmente para quienes no tenían pariente ni amigos en Lima. No cobraba; los presos le daban propinas; en las casas adonde llevaba cartas lo agasajaban y algunos le recompensaban muy bien. Pero servía igual a los que no tenía dinero. Las mujeres e hijos de muchos presos agonizaban de hambre; el “Ángel” llegaba a esas casas llevando los objetos que los presos fabricaban en sus celdas; “popeyes”, juegos de ajedrez, toda clase de figuras hechas de miga de pan; juguetes y artefactos de madera o alambre. No recibía nunca dinero por estos servicios. “Yo estoy libre, tengo mi sueldo”, decía. Traía también malas noticias. La infidelidad de amantes y esposas; la negativa o el olvido de las enamoradas".

Arguedas, José. El Sexto. Lima: Editorial Horizonte, 1969.





Los liberales de Cajamarca, José y Pedro Gálvez Egúsquiza.

El texto "Los Gálvez" es recogido del libro "El liberalismo peruano" (citado al final con exactitud) de Raúl Ferrero. Este autor hace un breve recuento del liberalismo como doctrina política, de su origen, de su contexto, de sus ideólogos, luego describe el liberalismo en el Perú, que apareció como idea rimbombante a finales del siglo XVIII en el convictorio de San Carlos y, seguramente, de manera clandestina. La iglesia y la corona no permitían el despliegue de doctrinas que erijan la libertad como principio, era revolucionario. De este tiempo, surge la Primera Generación de Liberales según Raúl, entre ellos los precursores: José Baquíjano y Carrillo, Juan Pablo Viscardo y Guzmán, Hipólito Unánue, etc, la Segunda Generación, los republicanos que formaron parte del primer congreso constituyente que dio la carta de 1823: José Faustino Sánchez Carrión, Francisco Javier Mariátegui, Francisco Javier de Luna Pizarro, etc. y la Tercera Generación, que tuvo presencia en las cartas de 1856 y 1867, entre ellos: Ignacio Escudero, Ricardo Palma, Benjamín Cisneros y los ilustres hermanos cajamarquinos Pedro y José Gálvez. Dejamos el pasaje del libro en el que los describe.

(Hacer click en "más información" para ver el artículo completo)